Al enterarme que estaba embarazada nuevamente (tenía 17 semanas), no dudé en buscar un nuevo doctor. Ya tenía referencias del Dr. Pizarro y su equipo, por lo tanto fui inmediatamente con él. La verdad quedé gratamente sorprendida desde la primera consulta porque el doctor se tomó todo el tiempo para conversar y conocerme, saber sobre mi proceso anterior, cuales eran mis temores, expectativas y objetivos con este nuevo proceso de gestación.
Mi sueño, incluso en el primer embarazo, era poder parir, sentir las contracciones, demostrarme que puedo y que mi cuerpo sabe parir de la forma más natural y menos intervenida posible. Busqué información, fui leyendo, aprendiendo con profesionales, me preparé y comencé mi propia formación como doula, así podría acompañar a otras en este proceso.
Esta segunda vez tenia la convicción que lo lograría sí o sí, siempre sentí el apoyo y la confianza del doctor, quien me alentó en cada segundo que lo necesité. Llegando a la semana 38, mi espalda y las molestias ya no daban tregua, quería literalmente «tirar la toalla» y dejar hasta ahí la maratón, pensé incluso en la cesárea. Sin embargo, las palabras del doctor y la energía inyectada en el momento preciso fueron suficientes para recuperarme y seguir con mi objetivo por delante, lograr parir a mi hija, sentir el parto, tal como me lo había propuesto!!
Y así fue hace una semana atrás, con varias noches y días previos de contracciones leves e intermitentes, llegando a la semana 42, nos fuimos acercando a la meta como un gran equipo: doctor, matrona, mi marido Sebastián, mi Amelia en camino, todos juntos por el mismo objetivo. Ese día, jueves 26 de enero, desde tempranito en la clínica, definimos cuales serían las alternativas y pasos para seguir durante el día.
Yo quería parto natural pero hubo un momento que solicité la analgesia y fue alivio máximo seguir con contracciones, poder movilizarme pero sin dolor.
Estaba segura que podría(mos) lograrlo!! Ya cerca de las 19 horas, ingresamos a pabellón, luz tenue, pocas personas (las necesarias en realidad), música de fondo (reconocí a Deva Premal, notable!), la protagonista de la escena era yo, no habían distracciones, todos enfocados en los últimos esfuerzos, «pujar con toda la pasión» como dijo Yessica, solo sentía amor por parte de los que estábamos ahí, el máximo amor para darle la bienvenida a mi hija, llegar a la meta entre todos y por cierto, mi sueño se hacía realidad.
Entregarme al momento, vivenciar cada segundo de los pujos, parirla, extasiarme de felicidad al sentirla sobre mi pecho (estuvo más tiempo del que pensé, después los chequeos), presenciar y sentir el alumbramiento de nuestra placenta, agradecida del momento, de la vida, de todo.
Veo cuando invitan a Sebastián a cortar el cordón, momento mágico y marcador para la experiencia, sobretodo para él, quien logró encantarse y conectarse con ella, cambió su percepción del parto y tal como me dijo, me vio más valiente que nunca al traer a nuestra hija a este mundo.
Hoy no puedo estar más en paz, más satisfecha y contenta, logré mi propósito, cumplí mi sueño, parto normal justo al año de una cesárea. Gracias Yessica por tu cariño, entrega, cercanía y dedicación. Gracias Doctor por tu confianza, compromiso y templanza durante el proceso completo. Gracias Seba por seguir y acompañar mis deseos y locuras siempre! Sin ustedes, esto no habría sido lo mismo!