Como parte de nuestro ciclo reproductivo, el parto no debería ser algo doloroso, de la misma manera que no deberían serlo en ningún caso las relaciones sexuales. Por el contrario, en condiciones plenamente favorables de intimidad y confianza, incluso es factible tener sensaciones placenteras durante el parto. Pero esto es algo realmente complicado de conseguir en el ámbito hospitalario, pues el ambiente no es el propicio para facilitar la desinhibición de la mujer.
El origen del dolor en el parto no hay que buscarlo únicamente en razones físicas. La explicación podemos encontrarla en la influencia de la educación y la cultura que afectan a nuestra visión de las cosas y nos predisponen a sentir lo que la sociedad en general nos augura que nos encontraremos cuando estemos de parto.
El miedo con el que nos enfrentamos al parto nos conduce irremediablemente a vivir un parto doloroso. El útero contraído por el miedo tiene dificultades para realizar su trabajo, está en tensión y produce contracciones espásticas en lugar de contracciones naturales.
El miedo al parto está muy presente en nuestra sociedad por eso es raro encontrar casos de mujeres que no hayan sentido nada de dolor en el parto.
Cada mujer es un mundo y cada parto es diferente, por eso las sensaciones que la mujer experimenta cuando está de parto son muy variables.