Cuando me enteré que estaba embarazada muchas dudas atormentaron mi cabeza, pero la única convicción que siempre tuve, fue el querer un embarazo y parto lo más natural posible.
Hoy, en una sociedad que normaliza las cesáreas, es muy difícil encontrar un lugar que nos permita volver a reencontrarnos con la posibilidad de parir en libertad. Fue así como gracias a mi cuñada llegue a Ecolook, nunca imaginé que sería el lugar más especial y maravilloso donde guiarían todo mi proceso.
Esperanzada en conocer a Sergio Pizarro, Ginecólogo pro partos humanizados, en compañía de mi pareja, Nelson, caímos en las mejores manos, y tuvimos el agrado de conocer a Juan Pereira, maravilloso especialista que nos acompañó y guió en la inigualable experiencia de gestar, siempre dispuesto a responder nuestras inquietudes y dudas.
Finalizando el proceso, decidimos unirnos a los talleres de preparación para el parto, y fue ahí donde conocimos finalmente a Sergio Pizarro, encantador, y su esposa Yessica, matrona del equipo. Una mujer llena de empatía, amorosa y muy entregada, supe de inmediato que mi parto estaría en las mejores manos.
Después de meses de preparación, y una falsa alarma, el día 16 de julio comenzó lo que sería la experiencia más mágica que hemos vivido, gracias a los talleres impartidos, supe desde el despertar que ese, sería el día que me llevaría al encuentro con mi gran amor.
A las 19:30 comenzó mi primera contracción, una sensación única e inigualable. Por primera vez sentía cómo mi cuerpo comenzaba a abrir camino para lo que sería una mágica experiencia.
Recordé cada uno de los tips que aplicadamente había estudiado, cómo manejar el dolor, cómo reconocer que ya era hora de irnos a la clínica, cómo sostener la contracción y no negarme a ella, etc.
A las 23:30 partimos en dirección a Isamedica, acomodada en el asiento trasero, canalizaba cada una de las contracciones, mantenía una vibración al momento del dolor, “ommmmmmmm”, y aliviaba mi cuerpo con respiraciones profundas, eso durante una hora.
Podía sentir como en cada contracción mi cuerpo habría paso a mi bebé, como mis huesos comenzaban a acomodarse, como mi piel sudaba y sentía frío, un gran espiral de emociones.
Después de todo el chequeo previo y la rapidez con la que mi proceso de dilatación avanzó, en compañía de Nelson, ingresamos a la sala de parto. Cada segundo acortaba la distancia para conocer a mi gran amor.
Entramos en una sala llena de luces, con mucha gente, tumbada, bocarriba, “patas arriba” muy diferente a lo que esperábamos.
Hasta, que heroicamente ingreso Yessica, mi matrona, devolviéndome la calma, la paz, la seguridad, reordenando rápidamente todo, camilla inclinada y yo prácticamente sentada, la luz completamente baja, casi en penumbras, con la música que dedicada mente escogí para ese momento y solo en compañía de Sergio, Yessica y Nelson.
Recuerdo perder la noción, entrar en un transe, el dolor dejo de ser dolor y me inundo de la ansiedad de ver los ojos de mi bebé, el cansancio era innegable, sentía muy lejos las voces de mis acompañantes impulsándome a seguir, la voz de Nelson que me ayudaba a manejar bien la respiración, y es que yo podía sentir como mi alma se desprendía de mi cuerpo, me elevaba, me sacaba.
Un grito me hizo volver a retomar la conciencia, un grito que me llevó a entender que faltaba poco, cada vez menos. Sentía que moría, que no estaba en este mundo, y fue allí donde la voz de Yessica me sostuvo indicándome que Mateo estaba llegando, un pujo, dos pujos y yo perdía las fuerzas, pero no podía, no podía dejar que el momento que tanto había esperado se esfumara.
Un pujo más y hasta hoy recuerdo cómo un calor recorrió todo mi cuerpo, cómo su pequeño ser atravesó el umbral para venir al encuentro. Con los ojos cerrados solo sentí su calor en mi pecho y vino el alivio. A las 2:20 Mateo se arrimo a mi pecho, con un pequeño quejido, sus ojos abiertos y cargado de amor.
Yo solo pude mirar al cielo, y agradecer. Había parido un bebé sano, en una maravillosa compañía, sin ningún tipo de intervención, ni anestesia, ni oxitosina sintética, ni vías. Solo con la fuerza, que únicamente nos da el poder dar vida.
Hoy, a semanas de ese momento, miro a mi bebé y solo puedo agradecer. Agradecer a Juan Pereira, a Sergio Pizarro a Yessica y a todos los que forman parte de Ecolook.
Es gratificante saber que existen profesionales y personas tan humanas, que luchan por devolvernos la posibilidad de dar a luz respetando lo que deseamos y lo que no deseamos, por acompañar y contener cuando necesitamos, por guiarnos y apoyarnos.
Soy una afortunada de haber tenido la posibilidad de vivir un parto tan hermoso y poder transmitir a todo mi entorno que si se puede parir en natural.