Ecolook

Un camino especial

Por Natalia + Renato + Sol + Alma

Hola, mi nombre es Natalia, soy mamá de Sol y de Alma, esposa de Renato.

Hace 3 años luego de 27 horas de trabajo de parto en casa, acompañada por mi Doula, Matrona y por mi esposo, Sol nació por cesárea, en una clínica. Fue frustrante como mamá y demoré mucho tiempo en sanar la sensación de que que fue mi responsabilidad el que el parto no fluyera.

Se acercaba el día

Cuando creímos que era el momento para nuestro segundo embarazo decidí que sería diferente, sin tanto taller, ni planificación, ni expectativas. Con ese enfoque estábamos cuando nos encontramos con el Dr. Pizarro y su equipo, fue reconfortante encontrar un médico con un lenguaje cercano y conocido, que reforzaba el poder de una madre en como vivir su parto, a quien preguntar sin temor a los prejuicios…nos fuimos muy tranquilos después de la primera entrevista, confiando en que todo saldría de la mejor manera. Pasaron los meses y se acercaba el día en que llegaría Alma…

El 20 de octubre Desperté creyendo tener contracciones un poquito dolorosas, sentí que no sería un día cualquiera, le escribí a Renato mientras mi Solcito flojeaba al lado mío, pasó más de una hora sin nada de nada, pensé que era falsa alarma. Renato pidió la tarde, la Sol se fue al jardín, intenté dormir mientras Renato oscureció la habitación y creo una atmósfera ideal para llamar a Alma.

Las contracciones a partir de las 2:40 se regularon cada 10 min con harto dolor y ahí empezó todo, cada vez mas seguidas a las 5 ya estaban cada 3 minutos, y creímos que ya era el momento de llamar al doc.

Sentía ganas de pujar y quise un baño de tina, las contracciones ya no paraban, con el agüita caliente salió el tapón y se rompió la bolsa, fue un alivio momentáneo. Las ganas de pujar no pararon, apenas pude salir del agua.

Lloró y nos abrazamos, aún con el cordón latiendo.

Le avisamos al doc que íbamos en camino pero en el auto el dolor bajó y mi cuerpo pujaba sin esfuerzo como por inercia. Iba de pie y sentí algo, no pude volver a cerrar mis piernas, me toqué y la sentí. Le dije a a Renato…nos reímos y lloramos. Al siguiente pujo salió, me senté y la recibí, toda resbalosa y hermosa. Lloró y nos abrazamos, aún con el cordón latiendo.

Llegamos a la clínica, nosotros felices y tranquilos pero todos corrían. Cortaron el cordón en el auto, se la llevaron y me llevaron, no hubo suero, puntos, ni nada. Cuando por fin me la devolvieron se agarró al tiro a su tetita. Gracias a la naturaleza, a mi cuerpo, a Renato y la Alma que escogió un camino especial para nacer.

Si bien no hubo intervención directa del Doctor y su equipo, la tranquilidad al saber que el nacimiento de mi hija se trataría con respeto hacia ella y hacia mi, nos hizo confiar en todo momento en que sabemos parir.

«El saber que el nacimiento de mi hija se trataría con respeto hacia ella y hacia mi, nos hizo confiar en todo momento.»
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